El pintor hispano cubano indaga en la naturaleza sumergida, es decir dormida, adulterada y mediatizada. Una naturaleza que está en peligro, que se encuentra en una difícil situación en el aspecto de que está vilipendiada, destrozada, desarmonizada. Pero naturaleza también somos nosotros.

Felipe indaga en nosotros, yo, tu él, Felipe, Felipe de niño, la familia, Cuba, la adulteración de las relaciones familiares, los avatares de la existencia.

En sus técnicas mixtas, elaboradas en base a dibujo, collage, pintura, fragmentos de materiales, fotografía y arte digital, su creación combina desde imágenes del Felipe niño, es decir de la inocencia, de la actitud de quien se halla en la transformación y el equilibrio, en la dinámica de la evidenciación de la transformación y el cambio.

Felipe, niño, piruleta, globo, coche, juguete, isla, Cuba, sol, palmeras, noche, mamá, chica, mujer, abuela, madre, la vista en el horizonte, el tiempo pasa, todo es dinamismo, no hay nada estático, somos el resultado de la evidencia de la transformación constante.

Felipe Alarcón, naturaleza sumergida, elucubraciones al amanecer del mundo, plasma la fortaleza de la naturaleza y su debilidad al mismo tiempo, conectándola a nosotros. En ocasiones, en muchas ocasiones, parece que la gente se olvida de que la naturaleza somos todos, forma parte de nuestro acerbo cotidiano, de nuestro acontecer en mitad de lo efímero, que es la propia supervivencia en la vivencia de la existencia.

La transformación es cambio, pero, también, si es continua, se convierte en constancia, en línea con una actitud que se repite de cada cien dos veces como mínimo.

Es un creador que es coherente, que se instala en la actitud de serenarse y concienciarse hasta el punto de ser parte de un todo, de una evidencia de la consecuencia que es la circunstancia.

Su obra de la última serie, titulada ‘Naturaleza Sumergida’, se basa en el dibujo, visto como un remolino, producto del consciente y el subconsciente, instalándose en los tempos pictóricos, emitiendo y dándole importancia al collage, también al atrezzo de los materiales, recortes, papeles, la fortaleza del color y la intensidad de lo eventual sideral conceptual.

La evidencia cromática, es la esencia de la intensidad. Conectamos con el todo, que es la nada, que somos nosotros, en la búsqueda del uno, al margen del vacío, porque armonizamos con la naturaleza dévica.
No hay nada al margen de la iluminación, todo es iluminación, decir lo contrario es sumergirse en las tinieblas de la ignorancia, es leer un pergamino sin conocer las claves.

Felipe está alerta, conjuga información con decisión, surrealismo alegórico y simbólico con expresividad y materia, para entresacar la arteria que comunica cual hilo de plata con el alma que mueve el mundo. Ya no es naturaleza somos todos, es el todo, es decir la nada, el vacío, la materia, la forma, el equilibrio.

Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA)