No se equivocó la paloma. Voló al sur y era el sur lo que buscaba. El pintor cubano radicado en España Felipe Alarcón nunca ha perdido su norte, las 27 obras que componen su colección Isla al Sur, que se exponen en la galería ArtRouge de Coral Gables, son la visión onírica, fantástica y utópica de su isla natal, Cuba, que desde Madrid la observa aislada, pero también como parte de un mundo que se transforma y arrastra todo con él.

Alarcón parece haber asumido con gusto el papel de vigía. Nativo del pueblo de Casablanca, villa marítima frente a la bahía de La Habana, el pintor niño dejó la guitarra por los pinceles a los 10 años, tan pronto se dio cuenta de que sus ojos tenían algo que contar.

Entonces el puesto de observación de Alarcón era un sitio privilegiado para otear la capital y el mar que la roza: el Cristo de La Habana, la escultura de Gilma Madera que preside la ciudad.

«Desde allí veía los paisajes, las vistas; entré en contacto con los verdes, con las marinas, divisaba desde La Habana hasta Regla», recuerda el pintor con las imágenes grabadas en una memoria que, como descubre su obra, es exacta y traicionera a la vez.

Isla al Sur no es un paisaje concreto. Es una visión reelaborada de emblemas personales y colectivos, una fábula de la historia en que las cruces se mezclan con las carabelas, el indio que sostiene los tesoros isleños, se deja ver junto al caballo, símbolo de los conquistadores europeos.

La isla es una mujer, con una cabellera de flores y miles de «intrigas», mosaicos mágicos que se trenzan en filigrana. Así la imagina Alarcón desde niño, y en eso comparte visión con Lam, Portocarrero y Mijares, también con el pintor pinareño Pedro Pablo Oliva, al que Alarcón menciona como una influencia.

El artista, con más de 20 exposiciones personales en Cuba, España, Italia y ahora en Miami, se siente una mezcla perfecta de su isla y del mundo. Su entrenamiento teórico lo recibió en la Academia de San Alejandro, que ha dado los mejores dibujantes del país. Desde entonces adquirió una costumbre: «Una vez hice un boceto y éste me quedó mejor que el dibujo. El profesor me aconsejó que no hiciera más bocetos y así lo he hecho».

En verdad es una obra libre, medios mixtos sobre cartulina, ajiaco en los temas y en las técnicas, en las influencias y en los homenajes. Están los símbolos de la masonería, de la que es miembro desde los 22 años; la figura de la santera, a la que presentan ofrendas para que favorezca los viajes al extranjero, y el Eleguá, que preside la balsas que ponen proa al Norte.

Pero también están las máscaras venecianas de la Italia que fue puerta al otro lado, cuando gracias al premio Zeus, pudo salir de Cuba en 1998. Resalta además un botín de mujer, como los de las bailarinas de cancán del Moulin Rouge; un guiño a Toulouse Lautrec, la historia del teatro del mundo en un zapato.

En cuanto a la «Isla al sur», en todas las visiones de Alarcón surge un niño, que a veces juega o se desdobla en tres etapas: nacimiento, carrera y final. Ese niño es su hijo, que se quedó en la isla y que imagina como cuando dejó de verlo. Es parte de una narrativa en primera persona, que no olvida el «nosotros».

En su perspectiva a distancia sobre una isla moldeable e ingrávida, el final, como ocurre con todas las tierras de encrucijadas, es más atractivo mientras más misterioso el golpe del viento.

Una isla que se repite en la memoria, con sus personajes enigmáticos y su paisaje borroso por el tiempo y la ausencia, es el tema de la exposición Isla al Sur, del pintor Felipe Alarcón , que se inaugura mañana a las 7 p.m. en Art Rouge Gallery, en 3275 Ponce De León Blvd, Coral Gables.

Alarcón, cubano residente en España, con una extensa carrera con más de 40 muestras unipersonales y colectivas en España e Italia, estará presente en la inauguración.

El pintor ha recibido numerosos reconocimientos, entre ellos el Primer Premio de Dibujo de la A.E.P.E (Asociación Española de Pintores y Escultores de Madrid) en el Certamen Lorenzo Aguirre, en el 2006, y el Gran Premio en el XIII Salón Internacional de ACEAS (Federación Internacional de Artistas Plásticos de Barcelona), en el 2003.

SARAH MORENO
El Nuevo Herald-Miami