Nostalgia Madrid, es el título de la última producción pictórica de Felipe Alarcón, un creador plástico realmente comprometido con el surrealismo y el mundo del subconsciente, relacionándolos con la problemática social y la situación personal.

Es un psicólogo de los momentos, del tiempo, del paso de los segundos y las milésimas de segundo.

En Nostalgia Madrid  va más allá de Madrid, es un paseo por su propio interior, por el interior de Felipe, hispano-cubano, disfrutando de lleno de las avenidas, recovecos, edificios, laberintos, zonas oscuras y otras iluminadas. Descubriéndonos un interior melancólico y triste, en ocasiones soñador, en otras fuerte y valiente, siempre cambiante, en atención constante, porque se nutre del momento, siendo consciente del paso del tiempo, de la milésima de segundo, como si fuera un corredor de una carrera de 100 metros lisos en los JJ.00.

Su legado es estar convencido de que debe profundizar en su dinámica personal para encontrar el camino hacia la autopista. Un camino en el que está Madrid, el Madrid de hoy y de siempre, cual laberinto, lleno de puertas, de múltiples salidas, de oberturas variadas, de frecuentes ambivalencias, de determinación ensoñadora que no renuncia a su energetización capitalina.

Es un Madrid de rascacielos, vacaciones, verano, sin gente o con gente, gentes, fuerza, trepidante, formulando preguntas a cada instante.

Viaja a través del tiempo, pero siempre en presente. Camina con su mujer por las calles, todos somos viejos conocidos, somos partes del entramado que no ha envejecido, sino que está ahí, se halla en el segundo del cambio del instante.

El tiempo es la frecuencia, cambia de canal, hay espacios distintos, pero la línea no es recta sino curvilínea y determinante, de ahí que el instante sea la fuerza del universo concentrada en lo impreso, en lo que se ve y constata.

El subconsciente de Felipe viaja a través de los caminos, se encuentra, asimismo, ante el gran espejo, no lo cruza, sigue investigando, vorágine de vivencias, contrastes, evidencias, situaciones que han pasado, tristeza en la memoria, lejanía de la dolencia, de la dolencia que siempre le acompaña, que a cada momento se encuentra a su lado, en mitad del océano del asfalto de Madrid.

Madrid, toros, fútbol, flamenco, Castilla, austeridad y exageración, cosmopolitismo, poesía, arte, arquitectura, real sitio, sitio real, el Madrid de los Austrias, el Madrid de arriba y abajo, el Madrid de Carlos III, Puerta de Alcalá, Retiro, Felipe II, El Escorial, la andanada de lo energético, incluida en la fenomenología del momento visceral, contenido en la forma geométrica.

Su obra es surreal, alegórica, con pinceladas poéticas, elaborada en técnica mixta, con collage, pintura, dibujo, fotografía y color. Todo en uno, en plena vorágine energética, como un torbellino, cambiando de dirección pero manteniendo la perspectiva y un cierto sentido de diagonal.

Paisajes urbanos, edificios, gentes, niños, su mujer, en cada recoveco, paseando virtualmente, estando conectado con la historia, en la memoria, nostalgia de un Madrid lleno de vida, pleno de gente, a rebosar de ambiente.

Madrid, un Madrid de nostalgia, porque, a veces, uno se pierde en él, pero en otras se encandila, se centra y se dirige hacia la ciberposición en el cosmos, porque el subconsciente tiene un canal de conexión. Pero… no es el subconsciente, tampoco la realidad real, es Madrid, la ciudad del misterio, llena de enigmas, con pasado de reyes y monarcas, revoluciones y asalto, defensas a ultranza y cruce de culturas. Madrid, de Madrid al cielo y Felipe de testigo.

Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA)